Los cambios constantes e inesperados forman parte inevitable de nuestra vida cotidiana. Para poder soportar y adaptarnos a estos cambios que la mayoría de las veces no se encontraban en nuestros planes, nuestro cerebro posee la flexibilidad cognitiva. Gracias a ella podemos tender un nuevo abanico de opciones o alternativas que nos permitan enfrentar eficientemente estos cambios.
En general, la inteligencia se ha definido como la capacidad que poseemos para adaptarnos al medio. Y, aunque la inteligencia es un constructo mucho más complejo que esto, se relaciona de forma significativa con nuestra posibilidad para adaptarnos a las exigencias cambiantes del medio. A su vez la flexibilidad cognitiva se relaciona con la inteligencia fluida, ya que ambas nos permiten generar respuestas adaptativas ante un entorno altamente cambiante.
¿Qué es la flexibilidad cognitiva?
La Flexibilidad cognitiva es la capacidad de flexibilizar las conductas, respuestas, o perspectivas que se tenían inicialmente de una situación, objeto o persona, y poder adaptarlas o cambiarlas, según las nuevas exigencias que se presenten en determinadas situaciones. Forma parte de las funciones ejecutivas superiores de nuestro cerebro.

La flexibilidad mental se asocia con la capacidad que posee nuestro cerebro para manejar dos conceptos diferentes de forma simultánea. También, con la capacidad de poder ajustar o cambiar nuestros esquemas cognitivos previos o arraigados ante situaciones que exijan cambios. De esta forma podremos adaptarlos de forma eficiente y dar nuevas respuestas.
La importancia de un pensamiento flexible
Los beneficios de ser personas mentalmente flexibles, es que tenemos más facilidad para generar nuevas herramientas, opciones y alternativas para resolver problemas de forma adaptativa. Además, nos permite cambiar de perspectiva, o cambiar la manera a través del cual estamos percibiendo una situación, o un objeto. También seremos más tolerantes ante las diferencias de creencias, valores y opiniones.
Sin embargo, cuando somos personas mentalmente rígidas presentamos más dificultad para resolver problemas y tendremos baja tolerancia a la frustración. Esto jugará un papel importante en cómo gestionaremos el estrés y la ansiedad que nos produce el no encontrar soluciones o no poder salir de situaciones conflictivas.

La frustración ocurre cuando tenemos expectativas acerca de los resultados que se van a generar al ejecutar ciertas acciones. Cuando los resultados obtenidos no ocurren tal y como lo habíamos esperado o planeado, las personas tendemos a sentir frustración. Sin embargo, si somos personas flexibles podremos afrontar estos cambios de una forma más adecuada y nos afectarán en menor medida. Es decir, las personas que tienen un pensamiento flexible toleran más los cambios inesperados, ya que generan alternativas para enfrentarse a las adversidades y obstáculos, a superarlos y poder salir fortalecidos.
La flexibilidad cognitiva interviene en el proceso de aprendizaje y la adquisición de nuevas habilidades cognitivas y destrezas académicas. Esta habilidad sirve para darnos cuenta de que debemos cambiar de estrategia o plan, si lo que habíamos planeado de forma previa no está funcionando. Nos permite mejorar nuestras acciones en un futuro. Al tener un pensamiento divergente podemos ir supervisando nuestras acciones y modificándolas en función de los resultados que vayamos obteniendo.

El pensamiento flexible no sólo hace referencia a la capacidad de generar una respuesta alternativa para enfrentar de forma efectiva una nueva situación planteada; si no que, también, se relaciona con la capacidad del individuo para inhibir una respuesta que ha sido activada de forma previa.
Factores que influyen a la flexibilidad cognitiva
Uno de los factores más importantes que contribuye a la flexibilidad cognitiva, es la inteligencia fluida del individuo. Este tipo de inteligencia se asocia con la capacidad para resolver problemas, planificarse, organizarse, y con el pensamiento abstracto. La inteligencia fluida es independiente de los conocimientos adquiridos o la inteligencia cristalizada. La inteligencia fluida y las funciones ejecutivas del cerebro se relacionan con el funcionamiento de la corteza pre-frontal de nuestro cerebro.
Otro de los factores que contribuye a la flexibilidad cognitiva es la estimulación temprana. Es decir, estimular a los niños desde que son pequeños para generar soluciones alternativas ante un mismo problema. Enseñarles a supervisar sus propias conductas y realizar ejercicios en donde tienen que escoger entre múltiples opciones de respuestas. Con la estimulación temprana se estará fomentando el pensamiento flexible desde pequeños. Estimulando el uso de metáforas, y planteando los problemas de forma abierta, favoreceremos un pensamiento flexible en lugar de la rigidez cognitiva.

En la flexibilidad mental o cognitiva influye también el modo de crianza en los núcleos familiares. Una crianza respetuosa, tiende a estimular el pensamiento crítico y fomenta el descubrimiento y aprendizaje propio del individuo. Por el contrario, el niño que se ve expuesto a un ambiente más dirigido y autoritario cae en un pensamiento más rígido. Esto es debido a la limitación en el aprendizaje que está más enfocado a responder de forma automática ante el refuerzo y el castigo.
Trastornos en los que se ve afectada la flexibilidad cognitiva
La flexibilidad cognitiva muchas veces es un sinónimo de salud o equilibrio mental. Gracias a ésta podemos modificar nuestros esquemas cognitivos previos, y también podemos modificar nuestras conductas para volverlas adaptativas. Sin embargo, puede existir la rigidez mental, que se asocia con la incapacidad de flexibilizar nuestra mente y la incapacidad para adoptar nuevas perspectivas, estrategias y nuevas conductas.
Las personas que son rígidas cognitivamente pueden presentar serias dificultades para adaptarse a las exigencias de la vida cotidiana. También para aprender nuevas habilidades y destrezas a nivel cognitivo, emocional, académico y social.

Diversos trastornos o patologías se asocian con la rigidez cognitiva. Como el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Trastornos del Espectro Autista (TEA), el Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad (TDAH) y Trastornos de la imagen corporal como la Anorexia y la Bulimia.
La mayoría de estos trastornos tienen en común la dificultad que poseen las personas para aceptar y tolerar de forma adecuada los cambios. En su mayoría, tienden a reaccionar de forma muy negativa o a desestabilizarse emocionalmente ante los cambios inesperados, o a situaciones que presentan poca estructura.
Un ejemplo típico de rigidez cognitiva tiene que ver con la perseveración, la cual es común en Trastornos del Espectro Autista. Consiste en perseverar o repetir una misma acción o respuesta que se sabe que ha funcionado anteriormente, ante situaciones diferentes. El individuo es incapaz de adaptar sus respuestas a las nuevas exigencias del medio, tendiendo a actuar de forma automática.
La flexibilidad cognitiva también tiene que ver con la posibilidad de poder cambiar las respuestas estereotipadas y automáticas que solemos dar ante ciertas circunstancias. En muchos de estos trastornos neuropsiquiatricos este rango de nuevas respuestas de ve limitado.
Etapas de desarrollo de la flexibilidad cognitiva
Durante la infancia, la flexibilidad cognitiva suele ser muy poca, ya que el pensamiento de los infantes se caracteriza por ser rígido cognitivamente. Tienden a ser naturalmente egocéntricos, y desean que sus necesidades sean atendidas de forma inmediata. Les cuesta entender que algunas situaciones no puedan ser de otra manera. En parte, porque el desarrollo de su cerebro no está preparado para ser más flexible.

A medida que el infante va creciendo, la flexibilidad cognitiva va aumentando. Empieza a cobrar su mayor desarrollo o auge durante la adolescencia y la adultez temprana. En donde por lo general, tiende a estabilizarse. A pesar de esto, siempre existen formas de estimular un pensamiento flexible y se han desarrollado estrategias para potenciar la flexibilidad cognitiva.
Asimismo, durante el proceso de envejecimiento normal, nuestro cerebro va perdiendo ciertas funciones y facultades. De igual manera, la flexibilidad cognitiva tiende a disminuir a medida que avanza la edad. Por esto las personas mayores suelen ser un poco más rígidas y les cuesta aceptar y entender nuevas ideas o conceptos. Al igual que les cuesta un poco más asimilar los cambios.
Cómo medir o evaluar la flexibilidad cognitiva
Existen diversas baterías neuropsicológicas diseñadas para medir las funciones ejecutivas por su relevancia para llevar a cabo diversos procesos como la resolución de problemas, toma de decisiones, planificación de metas y conductas del control inhibitorio, y en general la adaptación efectiva a nuestro entorno.
Entre estas baterías neuropsicológicas tenemos:
- Escala de madurez Neuropsicológica escolar (CUMANES)
- Escala McCarthy de inteligencia y psicomotricidad para niños (MSCA) (McCarthy, D., 2004)
- Batería de Evaluación de Kaufman para niños (K-ABC) (Kaufman , A.S. y Kaufman, N. L., 1997 )
- Test Neuropsicológico infantil (Luria-DNI, Manga y Ramos, 1991)
- D.N: CAS. DAS-NAGLIERI. Sistema de evaluación cognitiva (Deaño Deaño, M., 2006)

La mayoría de estos tests suelen medir en conjunto las funciones ejecutivas relacionadas con la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento, la atención selectiva y la flexibilidad cognitiva, ya que todas estas funciones se relacionan de forma estrecha entre sí.
Los instrumentos o pruebas más específicas para evaluar la flexibilidad cognitiva son:
- Test de Clasificación de Tarjetas de Wisconsin (WCST): (edad: 7 años en adelante)
- The Sorting Test de D-KEFS (edad: 8 años en adelante);
- Minnesota Executive Function Scale (MEFS) (edad: 2 años en adelante, también mide otras funciones ejecutivas);
- Trail Making Tests
- Subprueba de Semejanzas WISC-IV (Wechsler, D., 2003)
Finalmente, el test psicológico más utilizado para valorar la flexibilidad cognitiva son las TARJETAS DE WISCONSIN: Es considerada una prueba muy útil para evaluar la deducción de conceptos utilizados, sin tender a la perseveración.
Cómo estimular, desarrollar la flexibilidad cognitiva
Al igual que cualquier otra función superior ejecutiva, la flexibilidad cognitiva se puede potenciar y estimular con diversas estrategias y ejercicios.
Un ejercicio básico y que se puede realizar de forma cotidiana para estimular un pensamiento flexible, es que cuando nos veamos envueltos en una situación en la que nos sintamos atascados, nos preguntemos ¿De qué otra manera puedo enfocar este problema, o desde qué otra perspectiva puedo mirarlo? , ¿Puede resolver esto de otra manera a la que siempre lo hago y obtener así mejores resultados?
De igual manera, generar la vivencia de experiencias novedosas estimula la creación de nuevas conexiones neuronales en nuestro cerebro, lo cual contribuye a su plasticidad y capacidad de cambio. A esto último también podemos añadir, el hacernos el propósito consciente de abrirnos a nuevas ideas o nuevas maneras de hacer las cosas, cambiar rutinas preestablecidas, e inclusive conocer nueva gente, que tenga opiniones o intereses diferentes a los nuestros.

De igual manera, en los niños pequeños, se puede estimular la flexibilidad cognitiva enseñándoles que no existe una sola manera de resolver las cosas, que se puede llegar de distintas maneras a una misma meta, estimulando y enseñando el uso de metáforas, jugar a resolver problemas de la vida cotidiana generando nuevas alternativas.
Un ejercicio sencillo que podemos realizar en casa con nuestros hijos para estimular un pensamiento flexible, consiste en proponerle que arme distintas palabras utilizando las mismas letras, de modo que tenga que generar diversas solucione o respuestas ante la misma situación.
En nuestra web os compartimos diferentes juegos y fichas para trabajar y desarrollar más la flexibilidad cognitiva pasando buenos ratos en familia.
Ejercicios de rehabilitación
Lo ideal antes de implementar ejercicios para la rehabilitación de la flexibilidad cognitiva, es hacer una evaluación neuropsicológica para contar con un diagnostico previo apropiado, y tener una idea clara del funcionamiento cognitivo del individuo. De esta manera se puede ofrecer un plan de ayuda o rehabilitación especializado y adaptado a su funcionamiento particular. Para que el plan o estrategia diseñada funcione de manera eficiente, es recomendable que los individuos realicen los ejercicios de forma frecuente para que se puedan observar mejores resultados.
Por lo general, los ejercicios o estrategias que se emplean para entrenar o potenciar las funciones ejecutivas suelen ser los mismos que se utilizan para rehabilitar. Sin embargo, cuando hablamos de rehabilitación, se parte del supuesto de que cierta capacidad o función se ha visto afectada de forma negativa, o ha disminuido debido a algún traumatismo, o trastorno neuropsicológico.
Ejemplos de flexibilidad cognitiva
Un buen ejemplo de flexibilidad cognitiva lo podemos observar en las diversas estrategias que los países, empresas e individuos han tenido que aplicar para poder adaptarse ante los cambios inesperados que ha traído la presencia del coronavirus. Seguramente a medida que vas leyendo esto, ya se te han ocurrido varios ejemplos que tú mismo has tenido que implementar dentro de tu rutina, o trabajo.
Un ejemplo sencillo que podemos citar (para no entrar en complejidades) podría ser como millones de personas han tenido que reajustar su rutina diaria y laboral, y adaptarla a las actividades que se pueden realizar desde casa.

Muchas personas se han visto en la necesidad de desarrollar alternativas para poder seguir realizando su trabajo vía online. Por ejemplo, las escuelas ahora mandan actividades virtuales para realizar actividades educativas en casa, los profesores de diversas disciplinas siguen realizando sus actividades pero ahora están ofreciendo alternativas de clases online. Otro ejemplo, es cómo han emergido diversidad de aplicaciones interactivas, realizar las compras online, etc.
Todas estas conductas alternativas que permiten enfrentar la situación de forma más adaptativa son producto de nuestra capacidad para ser flexibles cognitivamente.